Mohammad Afzaal, Ali Shahzad Gutjar, Qamaruz Zaman, Adnan Aslam, Akhtar Masood, Shafqat Ali, Ahmad Khan Nasser, Mahmood Anwar, Irfan Khan, Farhat Iqbal y Aslam Choudhry Mohammad.
No. No es la alineación titular de la selección pakistaní de fútbol. Son los once imputados en el juicio contra Sunni Terik, la célula de Al Qaeda que no solo ayudaba a la financiación de la organización terrorista sino que también pretendía ejecutar atentados en suelo español. Se sospecha que la Torre de Mapfre y el Maremágnum, situados en pleno corazón de Barcelona, eran objetivos marcados de masacre.
Juan Moral, el fiscal de la Audiencia Nacional que está llevando el caso, pide penas que oscilan entre los 22 y los 32 años para los distintos sujetos implicados. Y ello porque se presume que los once pakistaníes son culpables de los delitos de pertenencia a organización terrorista, conspiración, narcotráfico y blanqueo de capitales.
Me pregunto si la defensa basará su estrategia en el choque cultural.
Sostiene Moral que los acusados prestaron servicios logísticos y financieros a Al Qaeda. El dinero era obtenido a través de la distribución de droga (un total de 150 gramos de heroína fueron incautados en las distintas detenciones) y de la venta de documentaciones falsificadas.
A la célula Sunni Terik se la acusa de haber enviado la nada desdeñable cantidad de 3000 euros a Mohamed Al Masri, cuyo nombre de guerra no es otro que el de Mohamed el Egipcio. Sí, el mismo Mohamed el Egipcio que está siendo actualmente juzgado como uno de los principales artífices de la matanza del 11 de Marzo.
Espeluznante.
Pero lo más curioso de todo esto, al menos lo que llamó mi atención durante la vista a la que asistimos, es el sistema empleado para la transmisión de fondos: el hawala.

El hawala es un sistema de transferencia informal de fondos (TIF), cuyo significado en jerga árabe es "transferencia" o "cable". El peligro inherente al transporte en el comercio exterior fue la principal razón para el surgimiento de los sistemas TIF. Inventado por los chinos, los pioneros en su aplicación fueron los comerciantes árabes de la Ruta de la Seda, quienes pusieron en práctica este sistema para evitar que les robaran. El hawala está vinculado a la región de Asia Meridional y Oriente Medio, siendo la tendencia actual el envío de fondos a estas zonas por parte de los inmigrantes que han fijado su residencia en países del Primer Mundo.
¿Por qué resulta atractivo el empleo del sistema hawala? Muy sencillo, porque los costes son reducidos, las operaciones son rápidas y se exige poca documentación. Es un método carente de burocracias, por cuanto se basa en la confianza.
En definitiva: los hawaladars cobran comisiones inferiores a las de sistemas formales, y el mecanismo operativo tiene menos intríngulis que el guión de Seinfeld. Una operación hawala se inicia con la visita del cliente al establecimiento del intermediario, del hawaladar. El hawaladar no está sometido a control gubernamental, carece de licencia y no paga impuestos por tales actividades. El cliente entrega al hawaladar un dinero en efectivo: la cantidad que desea enviar más una exigua comisión, y las señas del destinatario.
El hawaladar le da al cliente un recibo (léase trozo de papel o servilleta, sin membrete ni rastro de oficialidad por ninguna parte). Luego el hawaladar se pone en contacto, vía telefónica o por mail, con su corresponsal en el país de destino, a quien se le confía un código o contraseña. Esa contraseña ha de ser igualmente transmitida por el cliente emisor al destinatario, para que pueda recoger el dinero con una mínima garantía.
Es algo así como la pregunta recordatorio de la cuenta de correo electrónico. Una vez concluida la operación, todos los datos son destruidos. ¿Y quién puede probar que ha existido intercambio de divisas?
El hawala funciona gracias a la confianza que existe entre los integrantes de la red. Ello permite poder prescindir de sucursales o infrastructuras que encarecerían el servicio y lo harían inútil.
El problema que todo esto plantea es fácil de adivinar: muchas veces estas transacciones enmascaran operaciones fraudulentas, léase fuga de capitales, blanqueo de dinero y financiamiento del terrorismo.

Y eso es precisamente lo que el otro día se discutía en la Audiencia Nacional con ocasión de la declaración de Mohammad Choudhry.
El diario El País ya había reconstruido en un artículo la ruta española del hawala. Se trata ni más ni menos que de una red secreta de carnicerías, locutorios y ultramarinos en los que centenares de pakistaníes, sin control alguno, mueven pingües cantidades de forma regular.
Mohammad Choudry, nuestro protagonista, es propietario de diferentes locutorios esparcidos por la geografía española. Uno de ellos era el Network Global Link, ubicado en Barcelona y desde el cual fueron efectuadas las transferencias a Mohamed el Egipcio.
Imagínense a un campesino analfabeto procedente de Pakistán, de la región del Punjab, en la que se dedicaba a vender leche de vaca. Imaginen que llega a España y en un espacio más propio de una casa de muñecas monta un ultramarinos, media docena de cabinas teléfonicas, cuatro ordenadores con acceso a Internet, un videoclub y una mesa rescatada del rastro para hacer las veces de oficina.
¿Qué me responderían si les digo que en menos de 15 meses habían pasado por las manos de Choudry la friolera de 18 millonazos?
Siéntense antes de leer lo siguiente: hablo en euros. 18 millones de euros. Y no, no es un error de mecanografía.
De todos modos, Choudry se esforzó todo lo que pudo por no dar la más mínima señal de aburguesamiento. Por supuesto que habría sacado buena tajada de sus negocios, pero continuó viviendo en el mismo barrio de clase obrera, y lo único que los Mossos pudieron encontrar al registrar su domicilio fueron... ¡vídeos de culebrones pakistaníes!
Eso es vivir, señoras y señores.
La ruta española del hawala fue empleada por un ilustre personaje como Khalid Sheikh Mohamed (KSM), a quien se le atribuye la coautoría ideológica del 11-S. Desde el locutorio de Choudry fue enviado dinero a Amjad Farooqi, testaferro de KSM y responsable del secuestro y posterior asesinato del periodista del Wall Street Journal Daniel Pearl.
Choudry ha sido señalado como el jefe financiero de Sunni Terik. Su declaración en juicio ante la jueza Manuela Fernández no tuvo desperdicio. Fue un genuino esperpento.
Por unos instantes, Choudry se olvidó de su etiqueta de terrorista peligroso y volvió a ser el campesino que pastoreaba su ganado por las escarpadas montañas del Punjab en Pakistán. Eliminó todo rastro del sagaz hombre de negocios en que dicen se ha convertido.
Admitía ser el propietario de nosécuántos locutorios y empresas. Pero negaba rotundamente saber de qué iba esto de la hawala. ¿Lavado de dinero? Jamás lo había oído en mi vida. En su castellano macarrónico, Choudry clamaba por su inocencia, y no tenía reparos en dirigirse con todo descaro a la magistrada, con lo que exasperaba continuamente a su abogado. Y que el señor letrado quería dirigir la estrategia en otra dirección. Deberían haber visto la comunicación no verbal entre Choudry y su abogado. Con los ojos, Choudry le pedía permiso para enseñarle a la jueza un papel que él creía serviría para su defensa; ante la insistencia de Choudry con sus miraditas y pucheros, el abogado terminó tirando de ostensibles aspavientos para tratar de hacerlo recular.
Fue incluso gracioso.
El toque de surrealismo que faltaba lo terminó de poner el propio abogado defensor cuando sacó un diccionario que traducía al inglés las palabras del dialecto, de la lengua materna de Choudry.
Ataúlfo Calafate, servidor, no está más que a punto de licenciarse. Ni tengo idea ni pretendo aspirar a ello, ¿quién soy yo para dar consejos? Pero me da a mí que no es buena cosa esa de empezar la proposición de prueba diciendo "sé que a su señoría no le va a convencer mucho esto que voy a aportar, y puede que no quiera darle efectos probatorios, pero..."
Seamos sinceros. Ya nadie va a escuchar qué es lo que viene después de ese "pero".
Y de todas maneras, ¿a quién le importa cuál es el origen etimológico del hawala? Es más, ¿a quién le importa qué es el hawala?
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