Antonio Ciprián, actual encargado de relaciones institucionales de la Policía Científica, fue nuestro anfitrión durante la visita a las instalaciones de Pinar del Rey.
Ciprián nos describió el funcionamiento de la Policía Científica, de las distintas unidades que la integran, y nos relató numerosas anécdotas y curiosidades.
¿Sabían que la unidad de acústica forense fue decisiva en la resolución del caso Anabel Segura? ¿Sospechaban por lo más remoto que lo primero que hace el asesinato inexperto al apretar el gatillo es relajar el esfínter? ¿Eran conscientes de que el revelado con cianocrilato en campanas de vaporización es el último método descubierto para identificar a las personas mediante la dactiloscopia?
En el departamento de balística nos mostraron las aplicaciones del programa IBIS (Sistema de Identificación de Balística Integrada). Pudimos también atisbar la colección de armas que atesora la Policía Judicial, y en la que destaca a mi juicio una pieza de la más inverosímil artesanía.
Se trataba de un enorme trozo de madera que un recluso en una prisión española había convertido en escopeta para proceder a un ajuste de cuentas. El preso logró la madera en el taller, donde seguramente también consiguió el pedazo de tubería y el el cable de cobre con la longitud suficiente para disparar un proyectil improvisado.
Una obra de arte que le valió para cobrarse un muerto más.
Igualmente llamativo es el caso de un sujeto que, una noche, se negó a pasar un control rutinario de alcoholemia. Los agentes le advirtieron que ante su negativa se verían en la obligación arrestarlo. El hombre no entró en razón y fue llevado a comisaría, donde se le tomaron sus huellas dactilares. Resulta que sus huellas coincidían con otras huellas que habían permanecido anónimas durante ocho años, después de haber sido encontradas en la escena de un homicidio. Fíjense qué cosas se revelan involuntariamente solo por ahorrarse una multa.
Y para terminar, una ocurrencia. Cuando estábamos a punto de despedirnos, vimos que en el aparcamiento del recinto tenían un vehículo completamente siniestrado. Ciprián nos aclaró que se trataba de uno de los coches dañados en el atentado de la T4, que habían estado analizando.
Ese coche calcinado y reducido a chatarra parecía simbolizar el presumible fracaso del proceso de paz con ETA, el descalabro de Zapatero en su promesa de poner fin al terrorismo. Puede que acaben teniendo razón quienes dicen que el ZP que entró por Atocha saldrá por Barajas.
Ese coche calcinado y reducido a chatarra parecía simbolizar el presumible fracaso del proceso de paz con ETA, el descalabro de Zapatero en su promesa de poner fin al terrorismo. Puede que acaben teniendo razón quienes dicen que el ZP que entró por Atocha saldrá por Barajas.


